
Estados Unidos ha dado un nuevo paso en la guerra basada en sistemas no tripulados con el despliegue de su primer escuadrón de drones kamikaze en Oriente Próximo. El objetivo de esta nueva unidad es disponer de armas aéreas de bajo coste, gran alcance y operación autónoma, capaces de adaptarse con rapidez a distintos escenarios de conflicto.
El anuncio, difundido por el Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM) a través de la red social X, marca un hito en la estrategia militar estadounidense en una región donde los drones de ataque unidireccional se han convertido en una herramienta clave tanto para la disuasión como para la proyección de fuerza. Este movimiento también se enmarca en una tendencia global que Europa y, en particular, España observan con atención por su impacto en la seguridad y en el desarrollo de nuevas doctrinas militares.
Un nuevo grupo de trabajo para liderar los drones kamikaze
El CENTCOM ha detallado que la pieza central de este proyecto es el Grupo de Trabajo Scorpion Strike (TFSS, por sus siglas en inglés), creado específicamente para acelerar la entrada en servicio de drones de ataque económicos y eficaces. Esta fuerza de tarea nació tras la orden del secretario de Defensa, Pete Hegseth, de dar prioridad a la adquisición y despliegue de este tipo de tecnologías.
Según el comunicado oficial, la TFSS está concebida para poner rápidamente en manos de las tropas capacidades de drones de bajo coste y alto impacto. Es decir, busca reducir al máximo los plazos entre el desarrollo o adaptación de estos sistemas y su uso real en operaciones, algo que hasta ahora solía ser mucho más lento en los grandes ejércitos.
El nuevo grupo de trabajo ya ha constituido un escuadrón operativo del llamado Sistema de Ataque de Combate No Tripulado de Bajo Coste, conocido como LUCAS por sus siglas en inglés. Este escuadrón está desplegado en Oriente Próximo, una región donde Estados Unidos mantiene importantes intereses estratégicos y presencia militar permanente.
La creación del TFSS no se produce de manera aislada. En septiembre, el CENTCOM ya había impulsado la Fuerza Conjunta de Despliegue Rápido (REJTF), orientada a coordinar y agilizar la introducción de capacidades emergentes en las unidades desplegadas. Esta estructura actúa como paraguas de distintas iniciativas de innovación, entre las que se encuadra el desarrollo del escuadrón LUCAS.
Dentro de esta arquitectura, el personal del Mando de Operaciones Especiales Central desempeña un papel clave en la construcción y puesta a punto de la unidad de drones kamikaze, alineándose con la prioridad de reforzar las capacidades tácticas sobre el terreno con sistemas más flexibles y adaptables.
Características de los drones LUCAS: largo alcance y autonomía
Los drones LUCAS son municiones merodeadoras, también conocidas como drones kamikaze, diseñadas para operar como alternativa más barata y versátil a los misiles de crucero de largo alcance. A diferencia de un misil convencional, estos sistemas pueden permanecer en vuelo durante un periodo prolongado mientras buscan su objetivo, para luego impactar contra él.
De acuerdo con los datos difundidos por el propio CENTCOM y portavoces militares estadounidenses, estos drones cuentan con gran autonomía y capacidad de operación independiente. Se habla de hasta unas seis horas de vuelo o del orden de cientos de kilómetros de alcance —en torno a 822 kilómetros—, lo que les permite operar en profundidades considerables del espacio enemigo.
En cuanto a sus prestaciones de vuelo, los LUCAS alcanzarían velocidades próximas a los 140 km/h, con picos que rondarían los 190 km/h, y podrían volar a altitudes de hasta unos 4.500 metros. También se ha señalado que están preparados para operar con vientos fuertes, de unos 35 nudos, lo que aumenta su utilidad en condiciones meteorológicas adversas.
Otro de los puntos destacados es la flexibilidad en el lanzamiento. Estos drones pueden ponerse en el aire mediante catapultas, sistemas de despegue asistido por cohetes o plataformas móviles en tierra y vehículos. Esta versatilidad facilita que puedan operar desde posiciones improvisadas, sin depender tanto de pistas o infraestructuras fijas.
Todo ello se combina con un coste relativamente contenido. Fuentes del propio CENTCOM han apuntado que cada plataforma LUCAS rondaría los 35.000 dólares por unidad, una cifra notablemente inferior a la de muchos sistemas de armas de largo alcance. Esta diferencia de precio permite pensar en despliegues más masivos o en estrategias de saturación que serían prohibitivas con misiles tradicionales.
Innovación como elemento de disuasión militar
Para el comandante del Mando Central, el almirante Brad Cooper, esta nueva estructura operativa pretende “sentar las bases para utilizar la innovación como elemento disuasorio”. Equipar a las fuerzas estadounidenses con drones de vanguardia en plazos más cortos se presenta como una forma de mostrar tanto capacidad tecnológica como determinación militar.
En palabras difundidas por el propio CENTCOM, dotar a los combatientes de sistemas como LUCAS refuerza la imagen de fuerza y capacidad de respuesta de Estados Unidos, algo que, según Cooper, contribuye a disuadir a actores considerados hostiles o desestabilizadores en la región.
El papel de la REJTF es igualmente relevante en este punto. Esta fuerza conjunta coordina proyectos de capacidad, software y diplomacia tecnológica, con el fin de que las innovaciones no se queden en el laboratorio, sino que lleguen con rapidez a quienes están desplegados sobre el terreno. La idea es acortar lo máximo posible la distancia entre concepto, prototipo y uso real.
Desde el punto de vista de planificación militar, el despliegue de un escuadrón de drones kamikaze de bajo coste encaja en una tendencia más amplia hacia arquitecturas de defensa distribuidas y más resilientes. En lugar de concentrar el poder de fuego en pocos sistemas muy caros y complejos, se apuesta por un mayor número de plataformas relativamente asequibles, capaces de operar de forma coordinada y, en muchos casos, autónoma.
Este tipo de planteamiento resulta especialmente relevante en escenarios donde se teme la saturación o el desgaste de las defensas tradicionales. Al disponer de sistemas como LUCAS, el Pentágono busca aumentar las opciones de respuesta ante amenazas aéreas, navales o terrestres, manteniendo al mismo tiempo los costes bajo cierto control.
Contexto internacional y lecciones para Europa
La apuesta estadounidense por el primer escuadrón de drones kamikaze en Oriente Próximo se produce en un contexto internacional marcado por la proliferación de drones de bajo coste y gran eficacia. Ejemplos como el uso intensivo de drones iraníes Shahed-136 en Ucrania e Israel han puesto de manifiesto hasta qué punto estas armas pueden modificar el equilibrio en un conflicto.
En Europa, y también en España, las fuerzas armadas y las instituciones de defensa siguen de cerca este tipo de desarrollos. El uso masivo de municiones merodeadoras ha demostrado que sistemas relativamente baratos pueden causar daños significativos tanto a infraestructuras críticas como a unidades militares bien equipadas, y obligan a replantear la defensa antiaérea clásica.
Países europeos trabajan ya en sus propios programas de drones de ataque y municiones merodeadoras, así como en escudos defensivos adaptados a enjambres de drones. La experiencia estadounidense con el escuadrón LUCAS en una región tan sensible como Oriente Próximo servirá con toda probabilidad como laboratorio de referencia, aportando datos sobre rendimiento real, costes operativos e integración con otros sistemas.
Para España, con presencia en misiones internacionales y un creciente interés en reforzar sus capacidades tecnológicas de defensa, la evolución de este tipo de unidades puede ser especialmente relevante. Tanto por las implicaciones tácticas —cómo se usan y contra qué tipos de objetivos— como por las decisiones industriales y presupuestarias que implica apostar por estos sistemas frente a otros más tradicionales.
Al mismo tiempo, la expansión de los drones kamikaze abre debates sobre normas de empleo, control humano y riesgos de escalada. Bruselas, la OTAN y distintos foros internacionales discuten ya cómo encajar este tipo de armamento en los marcos legales y éticos existentes, algo que también afecta a la planificación de los Estados miembros.
Un cambio de fase en la guerra con drones
La creación del primer escuadrón de drones kamikaze LUCAS en Oriente Próximo simboliza un cambio de fase en la manera de entender el poder aéreo. Estados Unidos combina así tecnología relativamente asequible, autonomía creciente y despliegue rápido para reforzar su postura militar en una de las zonas más delicadas del planeta.
Aunque el foco inmediato está en los intereses estadounidenses en la región, el impacto de esta decisión trasciende las fronteras de Oriente Próximo. Para Europa y España, lo que ocurra con esta unidad aportará pistas sobre la viabilidad real de los drones kamikaze como herramienta de disuasión, su coste-beneficio frente a otras capacidades y los retos que plantean para la defensa aérea y la seguridad colectiva.
En un escenario en el que abundan los conflictos donde los drones de ataque baratos y autónomos son protagonistas, la puesta en marcha de este escuadrón confirma que las grandes potencias están adaptando su doctrina militar a una realidad en la que el cielo ya no está dominado únicamente por cazas, helicópteros o misiles, sino también por pequeños aparatos no tripulados capaces de decidir el resultado de una operación.

