¿Has oído hablar del Internet de las Cosas (IoT) y la Inteligencia Artificial (AI)? Probablemente sí. Pero, ¿qué ocurre cuando combinamos estas dos potentes tecnologías? Entramos en lo que se conoce como la Inteligencia Artificial de las Cosas o AIoT (Artificial Intelligence of Things).
Nuevas y grandes posibilidades para el mundo de los makers y amantes del DIY con las que combinar el potencial de ambos campos en uno solo, posibilitando infinidad de proyectos antes impensables…
¿Qué es el IoT?
El IoT (Internet of Things), o Internet de las Cosas, es un concepto que se refiere a la interconexión digital de objetos cotidianos a través de internet. Estos objetos, que pueden ser desde electrodomésticos hasta sensores industriales, están equipados con tecnología que les permite recopilar y compartir datos.
Aunque el término «Internet de las Cosas» fue acuñado por Kevin Ashton en 1999, las raíces del IoT se remontan a mucho antes. Los primeros conceptos de conectar objetos a una red comenzaron a surgir en la década de 1980, con experimentos como la conexión de una máquina expendedora de Coca-Cola a internet. Sin embargo, no ha sido hasta más recientemente cuando el IoT se ha expandido.
Los avances en electrónica, la maduración de algunas tecnologías, las nuevas redes y opciones de conectividad, así como la disponibilidad de mayor cantidad de direcciones IP, han posibilitado que esto se haga realidad, permitiendo conectarlo todo, desde coches, hasta electrodomésticos, pasando por otros muchos dispositivos cotidianos… Hoy casi todo está conectado.
¿Qué es la IA?
La Inteligencia Artificial (IA), o AI (Artificial Intelligence) en inglés, es la simulación de procesos de inteligencia humana por parte de máquinas, especialmente sistemas informáticos. Estos sistemas están diseñados para aprender de los datos, reconocer patrones y tomar decisiones de forma autónoma.
Como sabrás, existen varios tipos de IA, como puede ser el machine learning o aprendizaje automático, que aprende a partir de datos, sin necesidad de ser programada explícitamente. También tenemos el deep learning o aprendizaje profundo, una rama que usa redes neuronales artificiales para modelar patrones complejos en grandes conjuntos de datos. Por supuesto, tampoco hay que olvidar el NLP o procesamiento del lenguaje natural para entender el lenguaje humano, o la visión computerizada, para comprender la información visual.
La idea de crear máquinas pensantes es tan antigua como la humanidad misma. Desde los mitos griegos de autómatas hasta las visiones futuristas de escritores como Isaac Asimov, el sueño de una inteligencia artificial ha cautivado a la imaginación de la gente durante siglos. Sin embargo, los primeros pasos no llegaron hasta la década de los 40 y 50 con el británico Alan Turing y su famoso test de Turing, dando paso luego a los primeros sistemas inteligentes de los años 60 y 70. En los 80 y 90 llegarían las redes neuronales artificiales, y ya en el siglo XXI la era del aprendizaje profundo y la maduración de la IA gracias a la potencia de computación de las TPUs, GPUs, y NPUs.
¿Qué es el AIoT?
El AIoT, o Inteligencia Artificial de las Cosas, es la fusión de las dos tecnologías revolucionarias que he comentado anteriormente. Imagina un mundo donde los objetos cotidianos, desde tu termostato hasta tu coche, no solo están conectados a internet, sino que también son capaces de aprender, razonar y tomar decisiones de forma autónoma.
El IoT nos proporciona una red de dispositivos conectados que recopilan y comparten datos. La AI, por su parte, dota a estos dispositivos de la capacidad de analizar esos datos y extraer información valiosa. Al combinar ambas tecnologías, el AIoT crea sistemas inteligentes que pueden aprender de sus experiencias y adaptarse a nuevas situaciones. Un ejemplo claro es la conducción autónoma. Los vehículos autónomos utilizan una gran cantidad de sensores (cámaras, radares, LIDAR) para recopilar datos sobre su entorno. Estos datos son procesados por algoritmos de inteligencia artificial que permiten al vehículo tomar decisiones en tiempo real, como acelerar, frenar o cambiar de carril.
Por tanto, se puede decir que el AIoT ofrece interesantes beneficios que el IoT y la IA por separado no podrían ofrecer, como:
- Automatización: tareas repetitivas y rutinarias pueden ser automatizadas, liberando a las personas para que se enfoquen en tareas más creativas y estratégicas.
- Eficiencia: al optimizar procesos y recursos, el AIoT puede ayudar a reducir costos y aumentar la productividad.
- Personalización: los dispositivos AIoT pueden adaptarse a las necesidades y preferencias individuales de cada usuario, ofreciendo experiencias más personalizadas.
- Innovación: el AIoT abre nuevas posibilidades en diversos sectores, desde la salud hasta la industria, impulsando la creación de productos y servicios innovadores.
Aplicaciones del AIoT
En la vida diaria el AIoT puede tener multitud de aplicaciones posibles, desde proyectos personales o para el hogar, hasta también en la industria. Por ejemplo, algunos casos de aplicación son:
- Hogar inteligente: como pueden ser termostatos que aprenden tus preferencias de temperatura, electrodomésticos que se encienden y apagan automáticamente y sistemas de seguridad que detectan intrusos.
- Industria: para el mantenimiento predictivo de maquinaria, optimización de la cadena de suministro y control de calidad automatizado en una Industria 4.0.
- Salud: imagina la monitorización remota de pacientes, diagnóstico asistido por ordenador y desarrollo de nuevos tratamientos.
- Ciudades inteligentes: para la gestión del tráfico, optimización del consumo energético y servicios públicos personalizados.
- Vehículos autónomos: los coches que pueden conducirse solos, gracias a la combinación de sensores, cámaras y algoritmos de inteligencia artificial, y servicios de IA y conexión a la nube para ofrecer información necesaria.
- Robótica y electrónica de consumo: también puede aplicarse a estos otros campos, mejorando los sistemas de IA y de conexión a Internet existentes.