Hasta ahora Ultimaker siempre ha sido conocida por mantenerse firme en su política de software libre, una de las pocas empresas cuyos productos eran compartidos con prácticamente toda la comunidad a través de licencias Creative Commons lo que permitía copiar, reditribuir, adaptar, transformar cualquier producto… todo ello con fines no comerciales.
Básicamente lo que Ultimaker permitía con este tipo de licencia era que cualquier persona interesada en temas de impresión 3D pudiera tener acceso a los planos de sus productos e incluso de todos los componentes electrónicos y software necesario para hacer funcionar sus impresoras 3D. La idea es que esto sirviese para motivar a la comunidad permitiendo desarrollos propios siempre que se cumpla con la licencia.
A pesar de estar en contra, Ultimaker decide solicitar una patente.
Debido a todo esto, llama especialmente la atención que haya sido Ultimaker la que haya solicitado una patente, por primera vez en su historia, donde según ellos mismos buscan proteger todo su trabajo en áreas de investigación y desarrollo. A su vez un portavoz de Ultimaker asegura que esto es tan sólo una medida de defensiva ante un mercado profesional donde empresas más grandes, a través de demandas, buscan eliminar a la competencia.
Según ha publicado Lana Lozova a través del blog oficial de la empresa holandesa:
Una patente defensiva ayuda a proteger a la empresa contra demandas por infracción de patentes. También permite a la empresa a contra-demandar si un competidor presenta una demanda en este sentido.
Tener patentes defensivas es realmente importante para empresas como Ultimaker. Después de todo, estamos enfocados a la innovación y para seguir aportando nuevos productos al mercado, debemos proteger nuestro porfolio de propiedad intelectual. Resumiendo, estas patentes defensivas nos ayudan a seguir haciendo lo que mejor se nos da: desarrollar impresoras 3D y otros productos afines eficientes, efectivos y usables.