El ecosistema maker no para quieto y Adafruit vuelve a prender la mecha con Fruit Jam, un mini ordenador del tamaño de una tarjeta de crédito pensado para trastear, aprender y construir sin complicaciones. Su formato ID‑1 y su enfoque de mini‑SBC con cerebro RP2350 lo convierten en un juguete serio para emulación retro, proyectos educativos y pequeños sistemas embebidos que piden pantalla, audio y periféricos USB.
Aunque la idea cuajó entre bromas y cafeína, hay mucho diseño detrás. Adafruit tomó como referencia aquella chispa de la charla de Hackaday con Eben Upton sobre la salida DVI por PIO inspirada en IchigoJam y la llevó al extremo: si juntas vídeo DVI, USB host y un micro potente, te sale un ordenador autónomo de bolsillo. Fruit Jam materializa justo eso y, además, lo envuelve con extras muy prácticos para empezar a crear en cuanto lo sacas de la caja.
Especificaciones clave y arquitectura
El corazón de la placa es el microcontrolador Raspberry Pi RP2350B en encapsulado QFN‑80. Este chip puede operar con dos núcleos Arm Cortex‑M33 a 150 MHz o con dos núcleos RISC‑V Hazard3 a 150 MHz, ofreciendo flexibilidad poco común a la hora de elegir ecosistema y herramientas de desarrollo; algunos artículos iniciales describieron una combinación simultánea de ambos, pero la descripción técnica apunta a que se usan uno u otro modo, no los cuatro núcleos a la vez.
En memoria tampoco se queda corto: integra 520 KB de SRAM en chip y añade 8 MB de PSRAM externa. Esa PSRAM viene de lujo para emulación y cargas de trabajo que requieren más RAM rápida, liberando la SRAM principal, por ejemplo, para usarla como buffer de vídeo DVI. Para almacenamiento, incluye 16 MB de flash QSPI y un lector microSD compatible con SPI o SDIO, de manera que puedes ampliar el espacio sin quebraderos de cabeza.
Conviene señalar que parte de la cobertura más temprana también habló de un supuesto diseño basado en Raspberry Pi Pico 2 o en el veterano RP2040 con 264 KB de RAM, pero la versión que Adafruit ha puesto en el escaparate es la RP2350B con el salto de prestaciones y eficiencia que eso conlleva. El cambio de generación encaja con el objetivo del proyecto: juntar en una sola placa vídeo a 720p, audio, periféricos y conectividad moderna.
La placa tiene el tamaño de una tarjeta de crédito: 85,725 × 53,975 mm, es decir 3,375 × 2,125 pulgadas, conforme a ISO/IEC 7810 ID‑1. Esa huella compacta no impide una lista de hardware sorprendentemente larga, como verás a continuación.
Puertos, conectividad y expansión
Fruit Jam apuesta por puertos estándar para que puedas enchufar casi cualquier cosa sin adaptadores raros. Tiene un USB Type‑C multifunción para alimentación, datos y bootloading, y además integra dos puertos USB Type‑A en modo host para teclado, ratón o mandos de juego, gracias a un hub que te resuelve el 90% de las necesidades de interacción sin hardware adicional.
En conectividad inalámbrica viene muy bien equipado gracias a un módulo Espressif: ESP32‑C6 para WiFi 6 en 2,4 GHz y Bluetooth 5. Esto habilita proyectos IoT y aplicaciones conectadas con una radio moderna y eficiente, manteniendo el consumo a raya. Como guiño extra al control a distancia, la placa integra un sensor de infrarrojos con el que puedes recibir órdenes de un mando IR en montajes de salón o kioscos interactivos.
Para expandir, Adafruit no recorta: STEMMA QT para I2C, el conector clásico JST de 3 pines STEMMA, encabezado de 16 pines con 10 GPIO A/D más alimentación a 5 V y 3,3 V, y, en algunos listados de especificaciones, conector EYESPI para pantallas o periféricos de alta velocidad. Este ecosistema de puertos es el que hace que la placa sea tan útil para aprender electrónica sin pelearte con soldaduras ni cables sueltos.
También hay un detalle crucial para quienes depuran a fondo: puerto de depuración PicoProbe integrado, que facilita muchísimo entrar con un debugger para entender qué está pasando en tu firmware o en los PIO. Sumado a eso, incluye un interruptor de encendido generoso, tres pulsadores táctiles accesibles y cinco LEDs NeoPixel que dan feedback visual inmediato sin necesidad de montar nada extra.
Vídeo y audio: DVI a 720p e I2S con DAC dedicado
La salida de vídeo se resuelve a través del subsistema HSTX del RP2350: DVI con soporte hasta 1280 × 720 píxeles. Esa resolución 720p es más que suficiente para escritorios ligeros, emuladores clásicos y aplicaciones didácticas, y mantiene el timing dentro de lo que el micro puede empujar de forma estable.
En audio, Adafruit no se ha quedado en un simple PWM. Integra un DAC I2S TLV320DAC3100 que da salida de auriculares estéreo y una vía para altavoz mono. En el propio kit viene incluido un mini altavoz, así que puedes tener audio funcional sin soldar nada. Para demos, juegos retro o interfaces con sonidos, el salto de calidad respecto a soluciones básicas se nota.
Esta combinación de DVI e I2S tiene también su contexto histórico: la idea de sacar DVI con PIO llegó a la comunidad a raíz del experimento inspirado en IchigoJam, y aquí se empaqueta en un formato robusto y listo para crear. El resultado es un equipo que recuerda a los microordenadores de los 70 y 80, pero con comodidades actuales y un flujo de trabajo de 2025.
Software compatible y ejemplos de uso reales
En el plano del software, la placa está preparada para trabajar en los entornos más populares de la familia Raspberry Pi microcontrolador: soporta CircuitPython, Arduino IDE y el Pico SDK de C/C++. Esto permite moverte entre prototipado rápido, bibliotecas maduras y desarrollo de bajo nivel según lo pida el proyecto.
Las guías oficiales también incluyen scripts de demostración en CircuitPython que enseñan a manejar el display, dibujar formas y gráficos o presentar datos. Entre las funciones de ejemplo que se ejecutan en bucle destacan show_shapes para figuras básicas, sine_chart para trazar una onda seno, widget0 y widget1 para visualizaciones tipo línea y barras, text_align para probar alineaciones de texto, custom_font para cargar tipografías bitmap, bitmap_example para mostrar imágenes y sensor_values para refrescar lecturas con escalado del grupo de display. Son demos perfectas para aprender a estructurar escenas y optimizar memoria en proyectos con salida de vídeo.
Como curiosidad técnica, en la gestación del concepto se barajó incluso host USB por PIO con bit banging, apuntalando la idea de ordenador autónomo. Hoy el diseño final encaja esas aspiraciones de forma estable: periféricos por USB‑A, almacenamiento por microSD, vídeo por DVI y audio I2S, todo desde una única placa.
Diseño físico, materiales y kit incluido
El cuidado por los detalles se nota al abrir la caja. Adafruit entrega la Fruit Jam ensamblada y probada, con una placa superior de protección que se fija con tres tornillos de nailon. No hay separador metálico junto a la antena del ESP32‑C6 para evitar interferencias, una decisión sensata cuando buscas buena recepción en WiFi y Bluetooth.
Además de la cubierta, el mini‑kit incluye un altavoz diminuto listo para conectar y un juego de bumpers para asentar la placa sobre la mesa sin rayarla. En el borde, el interruptor de encendido tipo chunky resulta cómodo y claro, algo que se agradece cuando alternas entre sesiones de programación y pruebas rápidas.
La huella ID‑1 hace posible meter la placa en carteras, fundas rígidas o soportes impresos en 3D muy compactos. Esa compacidad no penaliza la usabilidad gracias a la buena disposición de puertos: USB‑C en un lado, los dos USB‑A para periféricos al alcance, el cabezal de 16 pines alineado y los conectores STEMMA accesibles para cablear sensores en un momento.
Rendimiento y límites prácticos
Con los núcleos a 150 MHz y la combinación de SRAM y PSRAM, Fruit Jam mueve con soltura interfaces 2D, emuladores de 8 y 16 bits y escritorios ligeros para tareas tipo bloc de notas, dibujo básico o reproductores sencillos. El tope razonable de la salida DVI está en 720p, suficiente para pantallas actuales y con timings que el RP2350 maneja con fiabilidad sin arruinar la latencia.
El audio con DAC dedicado aporta calidad y flexibilidad frente a soluciones PWM o DAC por resistencia. Para educación y prototipado, poder enchufar cascos estéreo y un altavoz mono sin montajes raros es un plus. La presencia de WiFi 6, aunque en 2,4 GHz, sumada a Bluetooth 5, abre puertas a proyectos conectados con buen margen de futuro.
Precio y disponibilidad
El PVP que se repite en las fichas y artículos es de 39 a 39,95 dólares, una cifra lógica por el conjunto de hardware integrado. En el escaparate oficial ha estado en ocasiones marcado como agotado, con unidades que vuelan, e incluso con conteos puntuales de stock muy bajos. Adafruit envía a Europa, pero los impuestos y tasas de importación no están incluidos, así que conviene considerarlo si compras fuera de Estados Unidos.
En cuanto a calendario, se mencionó que la placa pasó por una fase final de producción a la espera de los primeros PCBs para montaje, y poco después entró en disponibilidad general con reposiciones rápidas que tienden a agotarse. Es el patrón clásico de los lanzamientos maker que levantan expectación: tandas que llegan, se agotan y vuelven.
Comparativas y alternativas cercanas
Si miras al ecosistema RP2350, hay placas más baratas que parten del mismo chip, como opciones de Waveshare desde unos 19 dólares. La diferencia está en el conjunto llave en mano: Fruit Jam trae de serie el hub USB con dos puertos host, DVI listo, DAC I2S con audio estéreo y altavoz, conectividad WiFi 6 y Bluetooth, además de STEMMA, LEDs NeoPixel, botones y cubierta. Para alternativas de miniordenadores completos puedes revisar opciones como PINE64 que siguen la filosofía de sistemas compactos.
Otra alternativa interesante es la orientación de proyectos como Olimex RP2350pc, con enfoque específico en emular sistemas Apple y bibliotecas de usuario para compilar con una especie de API unificada al estilo BIOS. Fruit Jam puede cubrir un terreno similar en emulación retro, pero con más salidas y entradas integradas para construir experiencias de usuario completas con pantalla, sonido y periféricos.
Si lo que necesitas es el mínimo coste por pin GPIO y no te importan las soldaduras o añadir módulos externos, una placa desnuda de precio contenido puede bastarte. Si, en cambio, valoras abrir la caja y tener vídeo, audio, USB y red sin añadir más piezas, Fruit Jam justifica ese extra en el ticket.
Escenarios de uso: educación, prototipado e IoT
Para el aula y los talleres, Fruit Jam encaja como un guante. Programar en CircuitPython rebaja la barrera de entrada, y cuando toca optimizar o bajar a bajo nivel, Arduino o el Pico SDK dan todo el control. Conectar un teclado, un ratón y un monitor DVI y ponerse a emular un clásico Macintosh es una demostración potente para enganchar a quien empieza.
En sistemas embebidos opera con consumos contenidos, heredando el buen hacer de la familia Raspberry Pi microcontrolador. El combo de PSRAM y microSD permite cachear y registrar datos, mientras la radio 2,4 GHz maneja telemetría o control remoto. Con el cabezal de 16 pines y STEMMA, una estación de sensores o un pequeño panel de control se montan en una tarde.
Para quienes añoran los microordenadores, el guiño retro no es sólo cosmético: 720p por DVI, audio decente y periféricos USB te dejan programar pequeñas aplicaciones, juegos sencillos y demos con una experiencia muy cercana a la de aquellos equipos, pero haciendo uso de herramientas modernas y librerías bien documentadas.
Notas y matices de las especificaciones
Entre las coberturas iniciales hay matices que merece la pena aclarar. Se llegó a describir la arquitectura como dos núcleos M33 más dos núcleos Hazard3, cuando los listados técnicos actuales hablan de una elección entre ambos modos duales. Asimismo, se citó un supuesto origen en Raspberry Pi Pico 2 con RP2040; hoy el modelo de producción que se comercializa y documenta es el de RP2350B.
En vídeo, varias fuentes señalan la salida DVI por HSTX y un máximo de 1280 × 720, una cifra coherente con experiencias reales de la comunidad que buscan estabilidad y timings limpios. En conectividad, el ESP32‑C6 aporta WiFi 6 en 2,4 GHz y Bluetooth 5, adecuándose a la inmensa mayoría de redes domésticas y educativas donde la banda de 2,4 GHz sigue reinando.
Por último, en el paquete se incluyen placa superior protectora, tornillos de nailon, mini altavoz y un kit de bumpers. Son accesorios pequeños, pero marcan la diferencia cuando pasas de prototipo sobre la mesa a algo enseñable o instalable sin carcasas a medida.
Fruit Jam destaca como una base sólida y lista para usar para quien busca una placa compacta con vídeo, audio, USB, red y expansión integrados; no es la más barata del ecosistema RP2350, pero sí una de las más completas para aprender, experimentar y divertirse con computación ligera y emulación clásica.